La derrota

Buscamos respuestas para todo… ¿Porque me ha dejado? ¿Por qué se ha acabado? ¿Por qué no llamas? ¿Piensas en mí? ¿Pensará en otras/os? Y la verdad de todo es que si supiéramos la verdad, dolería, si, pero todo sería mucho más fácil.
Porque nos empeñamos en adornar la realidad para intentar no hacer daño. Al final lo que conseguimos es marear.
¿Por qué me has dejado? Porque No te quiero.
¿Por qué se ha acabado? Porque No te quiero.
¿Por qué no llamas? Porque No te quiero.
¿Piensas en mí? No
¿Pensará en otras/os? Seguro, ¿acaso tú nunca lo has hecho?
Nos empeñamos, sabemos que no nos va a gustar lo que nos van a decir y sin embargo algo dentro de nosotros aguarda que no respondan lo evidente.
Creo que detrás de un “no te quiero”, ya no hay nada, nada por lo que luchar, nada por lo que seguir, solo intentar no destruir lo acabado… dejarlo tal como está, acabado, dormido, cabizbajo… pero siempre nos empeñamos en rematar lo que uno ha querido dejar en coma.
Tenemos un odio interno, una desconformidad inexplicable… “me sentiré satisfecho cuando haya hecho daño, cuando tome mi revancha”… y lo que no sabes es que cuando no hay cariño, cuando no hay ya amor, poco puede hacernos daño, no hay nada que ganar entonces.
Unas veces tendremos que resignarnos, otras luchar, pero eso solo uno lo sabe.
Si ganamos, debemos disfrutar de nuestra victoria,… pero si perdemos, retirémonos con dignidad.